sPiRaL: aZuL h3cHiZo

Espacio de nubes aZuLeS-aMoRfAs en el cielo eterno de la sPiRaL

Sunday, April 08, 2007

La esencia, el reflejo y el complemento

EN LA URBE: Crónica Rumbo a CU
La urbe se fusiona con lo natural
Después de la comida la vuelta a la República en 15 minutos. Por Jalapa se llega a Chihuahua, seguido de Guanajuato y Zacatecas hasta topar con Querétaro, ahí vuelta a la izquierda y recto, se dobla a la derecha en Orizaba, atraviesa San Luís Potosí, al llegar a Chiapas se dobla a la izquierda, después del paseo por Córdoba y Mérida se encuentra más cerca el destino.

De frente, para cruzar al otro lado de la avenida, que separa Estados de Doctores, se emprende una carrera de obstáculos: no hay semáforo y el transeúnte tendrá que confiar en su suerte: a las tres de la tarde pocos son los dueños del volante que se disponen a ceder el paso.

Una vez que se ha llegado a la meta, sólo resta: consultar tres Doctores, Francisco del Carral, Villada y Pasteur, respirar un aire antiguo entre libros, juguetes y menaje de segunda o quizás tercera mano; percibir el aroma a grasa de chorizo, vapor de bistec, suadero, cebolla y cilantro: todo eso al ritmo de "K-paz de la Sierra" y más adelante "Horóscopos de Durango", es el pasito duranguense que atrae compradores de música más accesible al bolsillo (no piratería).

Antes de bajar al escalera gris correspondiente a Hospital General, una tabla repleta sugiere comprar pepitorias, pistaches, cacahuates y/o cocadas para reponer energía que la gota gorda eliminó.

Rumbo al trabajo, camino a clases o de vuelta a casa, la taquilla se abarrota y después de los torniquetes el largo carro anaranjado, aún con sus ventilas, comienza a sudar. Los enanos al compás del "¡ahijó, ahijó!" suben y bajan de los vagones: el bochorno, "la calor" o el sofoco, según sea el caso: todo apunta que en tanto más aborden, menos espacio para el aire quedará.

Ya es Centro Médico y viene lo bueno: quienes siguen su camino luchan contra aquellos que intentan salir al transborde para no ser arrastrados fuera del coche; entre tanto, los que entran poco obedecen al letrero sobre la puerta "Antes de entrar, permita salir". Pasa sin novedad por el león, la paloma y el centauro del norte en su potrillo.

Cuando llega a la parada bajo avenida Universidad se respira un aire menos viciado: la mitad de pasajeros ha descendido. Ahora se observan más a detalles ciertos personajes frecuentes: el picador tras la joven bella que debe colocarse en resguardo de quien la asecha, sin embargo un caballero se oculta tras la lectura para mirar discretamente su escote, al percatarse ella lo cubre con un libro de biblioteca a fin de evitar tentaciones.


También en los vagones, a todo volumen, se comercia música más accesible, dos niños que ofrecen dulces deben esperar turno para promover su producto, un tercer vendedor de paletas de miel, sanas, tras los niños exclamará las líneas de su guión: “paletas sin tooooooooos”.

El cabeceo de los afortunados que ocupan los asientos, aún verdes, deja ver el cansancio que la jornada por terminar o a punto de comenzar motiva. El coyote, el vivero y el árbol quedan atrás, para dar paso a los murales bajo iluminación romántica que reciben a estudiantes y maestros. Sigue la carrera por los túneles oscuros, al aproximarse la última estación ciega un destello de luz brillante: el sol sobre Ciudad Universitaria despierta de inmediato a dormilones y desganados.

El destino es cuestión de pasos… facultades, tienda comercial, museos, teatros o jardines para recreación. Verde-azul es el paisaje, las nubes amorfas y el suspiro de aire “casi” limpio no debe faltar en el recorrido: la urbe se fusiona con lo natural.